miércoles, 17 de diciembre de 2014

No te enamores de un músico


De la disiente Rivera y de los magníficos hombres que hablan de la benevolencia o peligro que posee una mujer al leer, y mejor aún, al escribir con todas sus vísceras, ha nacido el deseo de dibujar la siguiente reflexión. Sin vacilar, sostengo que el hombre que toca un instrumento, toca también tu alma…hasta acribillarte el sentido y la inocencia. Por dicha sentencia, bueno será que no te enamores de un pendenciero, vago, inútil, paupérrimo, e histriónico músico, pues, por más que su sensual manera de seducirte con sus lumbreras ojerosas o brillantes y con su barba o su rasurado instinto que lo hace ver perverso sea infinitamente intensa, por más que su plausible talento construya muros de una alegría inigualable, acabará por perderse entre sus laberintos emocionales, y peor para ti, por hacer bailar los cimientos que han soportado tus esfuerzos, tus bondades, tus planes y tu amor propio. Un hombre músico es una droga y no un consumidor, una pócima maldita que tarde o temprano navega en otros cuerpos y los penetra, los corroe, y los besa con los mismos tejidos que a ti.

Por las razones anteriormente dichas, te reitero, no, no te enamores de un músico. Si no es suficiente, te instaré a que te fijes más en su oleaje, que crees que acaba en su cintura pero realmente cada hebra termina en un bar, erizadas por la cólera de la noche. Sin miedo, observa de seguido el cigarro que vuelve a tener amistad con los dedos que un día lo injuriaron y verás cómo sus promesas son más efímeras que el humo. Recorre sus perezas y sus adicciones a odiar el mundo y vivir como si lo amasen o como si quisieran burlarlo.  

No te confundas al verlo clásico o religioso o cautivo de estas dos índoles, pues su naturaleza lo obligará tarde o temprano a ser un soñador que se pierde y llora, incumple y reniega, conquista y luego sobre el terreno ganado juega. No titubees porque lo veas orar o profanar con total devoción y seguridad, pues a la hora de la prueba el músico creyente escribe corcheas y odas a la herejía, y el sacrílego no es más que un pobre arrodillado que adora las finas notas que lo acercan a una diosa o a un dios.

Ahora bien, si eres valiente, si tu corazón es una mota de carne inservible delante de la fuerza de tu hemisferio derecho, si lo que te gusta es que se jueguen el todo por tu nada hasta salvarte, entonces ama locamente a un músico. Él no aceptará la lucidez, porque su amor serán más que sinfonías repentinas que tiemblan al compás de las cascadas del cuerpo, más que simples canciones que, afinadas o no, logran un revuelo en tu horario, descomponiéndolo o haciéndolo ancho y versátil hasta pintarte una amplia sonrisa sonora.

Si te enamoras de un músico, tu vida será una cosa de locos, y no es cliché, ni generalidad, porque un buen músico es capaz de matarte por sus prejuicios o por la imposibilidad de vivir sin ti, ya que su abstracto comportamiento hace que lo malo sea bueno. Y si es un músico sin par, te amará hasta morirse él, te amará sin importar que deba sucumbir ante el filo del hacha que temprano no esperaba, y te sentirás la persona más desdichada pero la más valorada del universo.

Si un músico llega a amarte, y no puedes evitar que sea recíproco, veras como el viento es un sujeto concreto y podrás volar mientras sacas cuentas en una oficina o te pierdes buscando una avenida, pues volver a ser  un mero terrestre no será una opción. Oirás como sus palabras pueden ser poesía de la mala o de la buena, pero a la final, más pura que una blanca y más vital que un sol para que su música no sea un seis a la deriva, para que no esté incompleta.


 Ama un hombre músico si te atreves, pues vale la pena…y si éste compone eres una individuo condenado a su recuerdo.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Alunizaje

Como incontables poetas universales
y como también hacen los omitidos
Los artistas de las cinco regiones
beben de las aguas nocturnas
de las tardes arreboladas
del alba por la guerra                        
                                           asustada
de la luna y su aborigen magia
No añoran con alcanzarla
ni con arrancarla para hiperbolizar
el ego de alguien o cualquiera
sólo sueñan como Vidales,
despreciarla por su pus
o como Forero darle
canto y nombre blanca luz
como Zoro esperarla
para ver al tigre de sus ilusiones
y como aquellos que,
de oriente a occidente
entre currulaos y arpa diurna 
cantarle hasta sentirla en las multitudes
o en la taciturna noche de lo desconocido.




Justicia

El cuerpo escapando del principio
El amor sollozando desde la vergüenza
El ajedrez al que la reina no le concierne
Por algo la balanza tiene tres puntos
en donde el beneficioso o el atormentado
fija la dúplica, recurso de todo vidente
La univocidad de su música castellana
tiene tres címbalos en mi concupiscencia
No sé por qué una tras otra generación
se renueva sin el placer de la venganza
sin conciencia de existir, saboreando la nada.




Del sentido del tacto

se origina el orgasmo del cielo
al ver cuerpos en el pasto bailar,
florece el instante sensible  
trampa del que nace recién.
Surge el sondeo de dioses
con dos u ocho brazos que apacigüen
el hastío y lo alisten para la guerra.
Brota el papel y semiótico se vuelve
ante el aberrante y moderno esfero.
Del sentido del tacto germina también
la música, recuerdo de que el tocar

se resume en una vibrante quimera. 

Abismo

Abismo
Sobre las alas los ángeles tenemos un peso
no importa sin son neutras o prismas
el vuelo presente no se hace ligero
por la ausencia ósea y firme de un ayer:
Es entonces cuando miramos hacia arriba
e imploramos desde la negación o la fe
un respiro antes de quebrantar en el miedo
que, como la soledad y las preguntas ónticas

inmutable fulgura en el instante de fallecer. 

domingo, 25 de mayo de 2014

La fotografía


La fotografía es la carne
de un segundo hecho miga,
el rastro del olor y el sabor
de una imagen encarcelada,
la mísera y resplandeciente
búsqueda del hombre
por detener el tiempo
y no vivir el terror del mañana.
La fotografía es la plácida costumbre
de sabernos en el presente
fuertes para seguir 

dejándonos tomar fotografías.    

miércoles, 23 de mayo de 2012

Mujer de viento




Ella, acostadita en el crepúsculo
Empezó a imaginar qué sentiría
Si los besos de otra chica recibiera
En las zonas congénitas e irisadas,
En aquellos lugares herejes,
En los rincones del delito amatorio,
En un espejo ondulatorio
Donde se sabe que puede haber
Otro mundo igual al de la mente
Que, inconsciente
 Y malévola
Dibuja dos sexos iguales
Y los besa.  
A penas sale de su sexual sueño,
Piensa en vivirlo, para así
Sentirse más perteneciente al viento.